Más allá del credo o desde el ateísmo o el agnosticismo, la Basílica de Santa María de Guadalupe acerca a viajeros que en su paso por Ciudad de México, acuden movidos por diferentes motivaciones. Sin duda es un fenómeno social y cultural y religioso. Para la iglesia católica es el polo referente de su dogma en Latinoamérica, mientras que para la economía local es un reclamo turístico de primer orden.
Es el recinto mariano más visitado del mundo, con entre 17 y 20 millones de visitantes al año, solo superado por la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Además de los edificios históricos, el gran edificio circular de la nueva basílica resulta impactante por su grandiosidad. Proyectado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, su construcción comenzó en 1974 y terminó en 1976. La cubierta del templo circular está cargada de simbología estética ya que es una alusión al «manto de la Virgen», elemento protector para la iglesia católica de los fieles.
Historia de la Villa de la basílica de la virgen de Guadalupe
El Cerro del Tepeyac tenía un carácter simbólico para los aztecas. Aquí adoraban a Tonantzin, que en náhuatl significa “Nuestra Madre”, nombre de una diosa que agrupaba diferentes deidades femeninas de los mexicas, como Coatlicue, Cihuacóatl y Teteoinan. El paralelismo con el nombre de «Nuestra Señora» usado para la Virgen María en el catolicismo invita a pensar que se buscó esa simetría para la conversión de las culturas indígenas.
Según la tradición católica el día 12 de diciembre de 1531 un campesino chichimeca del reino de Texcoco caminaba hacia el mercado de Tlatelolco. En Tepeyac vivió la aparición de la Virgen María, quién le encargó la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición. Como los prelados no le creían la virgen se le apareció varias veces más, pidiéndole en una de ellas que recogiera unas flores y se las mostrase al obispo. Recogidas en su tilma (prenda que llevaban los hombres, y de herencia prehispánica), esparció la prenda frente al religioso, mostrando una imagen grabada sobre ella con la imagen de la virgen de Guadalupe.
Convencidos de la aparición Mariana, la Iglesia procedió a levantar un templo en su honor. Con los siglos serán cinco los edificios religiosos alzados para su devoción.
En 1950 se llevó a cabo la remodelación de la plaza, creando el denominado Atrio de las Américas, con una explanada que conecta los diferentes edificios religiosos. Otros elementos de la plaza son la estatua a Juan Pablo II que visito varias veces el lugar, y el Carrillón.
Tours a la Basílica de la virgen de Guadalupe
La Guadalupana
El 12 de diciembre se celebra el santoral de Santa María de Guadalupe, con una peregrinación que de todos los rincones de México y Latinoamérica, lleva a 9 millones de visitantes al templo. La peregrinación y la devoción son espectaculares a ojos de quién no concibe cómo es posible movilizar a tanta gente por una creencia. El Atrio de las Américas, la explanada en la que están la antigua y la nueva basílica, se llena a rebosar en esas fechas, y todos los alrededores quedan colapsados.
Qué ver en la Basílica de la virgen de Guadalupe
Capilla de Indios
La antigua Parroquia de Indios es el edificio más antiguo del conjunto, denominado así porque se segregaba a los nativos católicos en la misa, siendo este su lugar de oración. Su construcción en 1649 fue promovida por el sacerdote Luis Lasso de la Vega, autor del Huei tlamahuiçoltica, una de las primeras generaciones de curas criollos en el siglo XVII.
La Capilla custodió la imagen de Santa María de Guadalupe desde 1695 hasta 1709, cuando se llevó a la Antigua Basílica. Las excavaciones del subsuelo muestran edificios previos y que si atendemos a la crónica eclesiástica corresponden a la capilla ordenada levantar por fray Juan de Zumarraga en el lugar de la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego. Las reliquias del nombrado como «santo» en 1990 por el Papa Juan Pablo II, se hallan en su interior.
Capilla del cerrito
La Capilla del Cerrito es un pequeño templo construido como memoria del «milagro» de las flores frescas y la primera de las apariciones de Santa María de Guadalupe. La capilla original sobre el cerro era de 1666, sustituido en 1740 por el padre J. de Montufar, añadiendo anexa la casa del capellán. En una época en la que la población nativa no era instruida para leer, los trazos del pintor muralista Fernando Leal -que decoró el interior- servían como instrumento de refuerzo en la fe católica. La temática aborda el encuentro de las culturas y la asimilación impuesta de la religión a la población local.
Hoy en día es un convento de monjas carmelitas enclaustradas, quienes gestionan el cuidado de la capilla del cerrito. En la parte trasera está el cementerio del Tepeyac, con panteones de personas ilustres de época colonial y de la República de México.
Las vistas desde la capilla del cerrito permiten admirar el resto de edificios, y observar la inmensa plaza del atrio de las Américas. Sin duda una de las mejores fotografías de la Basílica de la virgen de Guadalupe.
Capilla del Pocito
Otro de los edificios que se visita es la Capilla del Pocito, en una de las faldas del cerro del Tepeyac. La fecha de su construcción es de 1777 a 1791, con un diseño del arquitecto Francisco Guerrero y Torres. El nombre proviene de la ubicación, donde había un pozo o manantial, que la Iglesia se encargó de catalogar como de aguas milagrosas. La supuesta sanación atrajo a muchos enfermos de epidemias, haciendo insalubre el lugar. Sin embargo la gente seguía acudiendo, y finalmente se optó por edificar la capilla sobre el lugar.
El coqueto templo es un tesoro barroco con una peculiar planta circular y una decoración interior que alude con sus símbolos marianos, a las apariciones de la Virgen. Como dato histórico, en 1815 José María Morelos – artífice de la segunda etapa de la Guerra de Independencia Mexicana -cumplió su última voluntad acudiendo a la capilla, antes de su ejecución.
Ex-convento capuchinas
Al lado de la antigua basílica está el Convento de las Capuchinas. El diseño corrió a cargo del arquitecto Ignacio Castera, en un terreno donado por Salvador Beltrán. Entre 1792 y 1797 se terminó su construcción, entregándose a la orden de las capuchinas de Santa María de Guadalupe. Durante los periodos de reformas de la basílica sirvió para custodiar la imagen de la Virgen de Guadalupe. El hundimiento del subsuelo – recordemos que Ciudad de México está asentado sobre una antigua laguna- obligó a una actuación de urgencia entre 1976-1982 que al menos frenó el posible colapso del edificio, si bien se observa el hundimiento.
Museo de la Basílica de la virgen de Guadalupe
El museo de la Basílica de Santa María de Guadalupe es uno de los recintos con mayor acumulación de piezas de arte sacro de México. Encontramos obras pictóricas, esculturas en mármol y marfil, grabados, tapices, orfebrería y arte mueble. Destaca la colección de dos mil exvotos , presentes confeccionados como ofrenda por «favores o milagros» concedidos por la Virgen de Guadalupe. Abrió sus puertas en 1941, en uno de los extremos del antiguo convento de Capuchinas y ofrece un recorrido de las obras de los máximos exponentes del arte novohispano como Cristóbal de Villalpando, Miguel Cabrera, Matías de Arteaga y Alfaro, Juan Correa, Juan Cordero, José de Ibarra, Sebastián López de Arteaga, Nicolás Rodríguez Juárez, Baltasar de Echave Ibía y José de Alcíbar.
Antigua Basílica
La Antigua basílica es un edificio de finales del siglo XVII, obra del arquitecto Pedro de Arrieta. La construcción se empezó en 1695 y en 1709 se abrieron sus puertas. Pese a no ser sede catedralicia, adquirió el título de colegiata, lo que le permitía tener abad y cabildo propio. La fachada es de gran belleza, con cuatro torres octagonales de sus esquinas ornamentadas con mosaicos de azulejos de talavera. La posterior construcción del convento de Capuchinas al lado de la basílica, dañó parte del edificio, y se aprovechó a reformar el estilo barroco con trazos neoclásicos. A lo largo del convulso siglo XIX se llevaron a cabo nuevas reformas, especialmente entre los años 1887 y 1895.
Uno de los acontecimientos más importantes fue la explosión de una bomba en el altar mayor en 1921. La Tilma o ayate conservado no sufrió daños. Se trató de un acto en el marco de las guerras cristeras, un conflicto entre los partidarios de un estado laico, y los defensores de la fe católica como religión indisoluble del estado, y por tanto garante de su hegemonía económica.
A lo largo del siglo XX las obras de embellecimiento del interior de la ya basílica (desde 1904), continuaron hasta el estado precario de la base donde se asienta el edificio, llevó a que se empezase la nueva basílica. En 1976 el ayate con la imagen fue traslado a la nueva iglesia, y la antigua se cerró. Para evitar su colapso se trabajó en la inyección de cemento en el suelo y en el año 2000 pudo reabrirse, denominada ahora como Templo Expiatorio a Cristo Rey.
Nueva Basílica de la virgen de Guadalupe
La forma inconfundible de la nueva Basílica con su planta circular y su techo turquesa hacen que la vista se dirija hacia ella nada más acceder al Atrio de las Américas. La fragilidad del terreno sobre el que se asienta la antigua basílica, y el creciente aumento de peregrinos, llevó a que se buscase una solución más amplia y práctica, para dar aforo a los visitantes. En su diseño intervinieron varios arquitectos: José Luis Benlliure, Pedro Ramírez Vázquez, Alejandro Schoenhofer, fray Gabriel Chávez de la Mora y Javier García Lascuráin. El robusto caparazón de cemento, resistente ante los continuos terremotos de Ciudad de México, sirvió como cuerpo de la basílica. El refuerzo de 344 pilotes de control, fue obra del ingeniero Manuel González Flores. Como corona, se empleó cobre para recubrir el techo. La oxidación del mineral proporciona ese color verdoso característico.
En apenas dos años, desde 1974 hasta 1976, la nueva basílica culminó las obras. El 12 de octubre de 1976, día de la Hispanidad, la imagen guadalupana fue llevada en procesión de un templo a otro.
La pintura mural del interior en el sagrario fue solicitada a Pedro Medina Guzmán, nombrada como «El don de la Resurrección». En las criptas hay otra serie de murales con el tema de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego.
Para facilitar el acceso y la salida se abrieron siete amplios accesos en el perímetro circular de la basílica. En el centro del templo el atrio con una cruz monumental. La amplitud y ausencia de columnas internas permite una visión panorámica de los asistentes a las misas. Las vidrieras de colores permiten la entrada de luz al templo.
El interior de la nueva basílica tiene una planta circular que funciona como un auditorio a nivel acústico. En una de las áreas está la figura de la Virgen de Guadalupe. La cantidad de gente que abarrota el templo obligó a que para no crear aglomeraciones junto a la imagen, se colocase una pasarela mecánica que pasa frente al altar para ver la imagen de la virgen. Otro de los elementos simbólicos que causa más atención es la tilma de San Juan Diego, el “lienzo” donde, según la fe católica, aparece impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe.
El aforo de la basílica es de diez mil personas, pero durante la Guadalupana se congregan varios centenares de miles a su alrededor.
Cómo llegar a la basílica de la Virgen de Guadalupe
Situada en la delegación Gustavo A. Madero, junto al cerro Tepeyac, la basílica tiene la parada de metro de La Villa-Basílica (línea 6-roja) como mejor opción de transporte público.
Mapa de la basílica de la Virgen de Guadalupe
Información de visita Basílica de la virgen de Guadalupe
Es posible llevar a cabo una visita guiada por todo el santuario de la Virgen, con tres días de anticipación. Es gratis y se lleva a cabo en grupos de dos hasta 35 personas. (Tel. 5118 0500 ext.472). La duración es de 45 minutos a una hora y media. Se aceptan niños.
EXCURSIONES Y TOURS A LA BASÍLICA DE GUADALUPE
La excursión a Guadalupe es uno de los tours clásicos en Ciudad de México. Al encontrarse en el norte de la ciudad, se suele completar con la visita a las pirámides de Teotihuacán, lo que permite comprobar el sincretismo religioso de las culturas prehispánicas y como la iglesia católica redirigió la fe hacia el monoteísmo.
Durante la excursión se visita el Cerro del Tepeyac, incluyendo la Basílica de Guadalupe, la Capilla del Cerrito, el antiguo convento de capuchinas, sede del Museo de la Basílica de Guadalupe, y con importantes piezas de arte novohispano vinculadas con el culto guadalupano.