El estado de Oaxaca es descrito en numerosas ocasiones por los propios viajeros como «grandioso». Su variedad y multiculturalidad, lo convierte es uno de los estados más representativos de la esencia de México. Y si queremos hacer un Gran Tour por el país, sería imposible dejar fuera del itinerario a Oaxaca.
Sin duda son muchas las razones por las que Oaxaca es pintoresco, máxime si el folclore y tradiciones de sus gentes se manifiesta a través de las fiestas que se suceden continuamente. No en vano Oaxaca es el estado donde conviven más etnias y donde el colorido salpica con su arco iris tanto los platos gastronómicos, como las artesanías de alebrijes, bordados y barro negro. Los pueblos mágicos de Capulálpam de Méndez, Huautla de Jiménez, Mazunte, Mitla y Teposcolula sólo son la alfombra de bienvenida a un estado con rincones que nos obligan a extender el viaje más de lo pensado.
Oaxaca se mueve al ritmo de las tradiciones, como la guelaguetza (su fiesta más importante y basada en el concepto de ofrenda), pero sin renunciar al presente, con embajadores de su tierra como Lila Down y su música abierta a las influencias.
En la historia de México, dos son las figuras que destacan por su origen oaxaqueño, los presidentes Benito Juárez, benemérito de las Américas, y Porfirio Díaz, controvertido y cuya imagen cubre un arco muy corto entre el héroe y el villano.
Patrimonio – Yacimientos arqueológicos en Oaxaca
Mitla y monte Albán son de forma recurrente utilizados por la oficina de turismo del estado como espacios arqueológicos de primer orden, pero el interés histórico por los yacimientos precolombinos se amplía con Yagul, Dainzú, Lambityeco o Zaachila.
El estado de Oaxaca estaba dominado por dos grandes grupos indígenas, los zapotecas y los mixtecas que llegaron más tarde pero pasaron a controlar varias ciudades zapotecas. Monte Albán fue la ciudad zapoteca más relevante, con un periodo de cenit que abarca los siglo VI y IX d.C. y cuya construcción en un emplazamiento estratégico sobre las montañas, divisando los valles (y la actual capital del estado) supone un reto de construcción mayúsculo.
Los edificios y pirámides están bien conservados y la labor de restauración ha facilitado la interpretación de los espacios y edificios (pirámides, juegos de pelota, atrios), si bien algunos como el conocido como los Danzantes (por las figuras humanas en una pose de movimiento) aún generen debate por la interpretación de que podrían tratarse de malformaciones y suponer un tratado médico sobre las enfermedades.
Mitla por su lado fue construida por los zapotecas que huyeron con la llegada de los mixteca que se apoderaron del control de Monte Albán, y fundaron una urbe que funcionaba como centro ceremonial, y cuyos patios ornamentados con mosaicos y edificios con grecas geométricas son peculiares y hermosos.
Oaxaca, un estado de naturaleza desbordante
Igual atención merecen las maravillas naturales de Oaxaca, que no sólo se limitan a la laguna subterránea de Apoala, o la Gruta de San Sebastián, si no que se reparten por todo el estado, como las lagunas de Chacahua y Manialtepec, o el árbol legendario de dos milenios en Santa María del Tule.
Hierve el Agua, muy cerca de San Lorenzo Albarradas refleja esa suntuosidad con la que Oaxaca puede presumir de su paisaje. Las cascadas petrificadas se formaron hace millones de años a base de las aguas carbonatadas que emana el suelo en lo alto de la cima. Las mismas poblaciones zapotecas consideraban Hierve el Agua como un espacio sagrado, donde incluso desarrollaron un sistema de riego. Sus pozas sulfurosas se convierten en no precisamente improvisadas piscinas panorámicas, cuyas aguas cálidas se «derraman» por la cascada, ofreciendo una vista que encandila.
Oaxaca es estado montañoso que no se olvida de mirar al mar. Si bien es cierto que casi el 90% del territorio está asentado sobre la Sierra Madre, con una orografía que a menudo hace su comunicación y transporte farragosa y tediosa o por contra excitante para los que aman el turismo relajado y más virgen. La espina dorsal montañosa que cruza el estado ofrece puntos panorámicos donde el horizonte siempre tiene un «balcón» para admirar su innata belleza.
Tierra de grandes cultivos, su aroma de cacao, café, tabaco, arroz, piña y caña de azúcar han transformado su paisaje, complementando una biodiversidad que a veces nos transporta y evoca parajes de Asia.
Su clima proporciona temperaturas estables, con medias por encima de los 20 grados, que a su vez tiene microclimas templados y más húmedos en la parte montañosa.
Capital patrimonio Unesco, Oaxaca de Juárez
Oaxaca de Juárez, (en su origen Villa de Antequera) es la capital del estado y Patrimonio de la Humanidad desde 1987 cuando Unesco la concedió su sello por ser uno de los ejemplos de ciudad colonial más bonitos de México y todo Latinoamérica.
El valle donde se asienta, en las faldas de las sierras montañosas del estado era un lugar estratégico donde los zapotecas se asentaron para fundar dos de los centros religiosos precolombinos más importantes de Oaxaca, Monte Albán y Mitla, muy cerca de la capital.
La armonía de la arquitectura se refleja en la ingente labor urbanística que desde la fundación de la ciudad en el siglo XVI tuvo como resultado la construcción a menudo con cantera verde, de numerosas iglesias, conventos, monasterios y palacios para las élites del virreinato.
El centro histórico se organiza en torno a la Plaza de la Constitución, el Zócalo, como es habitual en México, funcionando como un director de orquesta que maneja la vida cotidiana de las gentes que como hormigas transitan por su corazón. La escenografía del Zócalo no puede ser más majestuosa, con el quiosco de doble planta en el centro, la Catedral, el Palacio de Gobierno, la Iglesia y el Ex-convento de la Compañía de Jesús, y los soportales donde a la sombra y con perfectas vistas se llenan las terrazas de cafeterías.
Junto a la catedral, como un anexo del Zócalo la Alameda León ejerce de segundo pulmón verde Oaxaca y como lugar para que los parroquianos comenten los devenires de la vida. Al otro lado de la calle el Museo de Pintores Oaxaqueños recoge el testigo del legado artístico de ilustres pintores nativos, con un edificio volcado a la difusión artística.
La calle Macedonio Alcalá conocida como Andador turístico funciona como una arteria por la que circulan gentes locales y foráneos que se funden en los restaurantes, librerías, galerías y tiendas de artesanías; sin olvidar los museos, como el Museo Textil de Oaxaca, el Museo de Arte Prehispánico Rufino Tamayo, o el MACO, Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca
Para los que buscan fotos de la vida mundana y color a raudales, los mercados Benito Juárez y 20 de Noviembre «fatigan» la vista con tanto despliegue de tonalidades y belleza. Mientras en el mercado de Benito Juárez los olores de las flores y el sabor de la fruta recién recolectada nos envuelven, con artesanos del cuero, cuchillos y sombreros, en el Mercado del 20 de Noviembre el paladar se recrea con el chocolate, los chapulines, tlayudas con tasajo, enchiladas de mole y los tan apreciados tamales.
En el Centro Cultural Santo Domingo convergen otros tantos atractivos con encanto de Oaxaca, que abarcan desde el Templo de Santo Domingo de Guzmán, excelsa obra barroca del virreinato; con el Jardín Etnobotánico o el magnífico Museo de las Culturas de Oaxaca.
Sierra de Juárez, el edén de la biodiversidad
Esta región montañosa de la Sierra Madre es según la WWF una de las doce con mayor biodiversidad del mundo, con climas que varían con facilidad y en los que fauna y flora se han adaptado a las condiciones creando un registro vivo de enorme valor ambiental.
La ruta que va a través de pueblos como Teotitlán del Valle, Ixtlán de Juárez, Santiago Matatlán (denominada la capital del mezcal), San Jerónimo Tlacochahuaya, San Pablo Huixtepec, Villa Sola de Vega, San Sebastián de las Grutas, Tlaxiaco, Capulálpam de Méndez, San Juan Atepec; San Pedro y San Pablo Teposcolula y Santo Domingo Yanhuitlán (todos ellos dentro de la ruta Dominica), Santiago Apoala, invitan a un turismo más tranquilo donde el senderismo, la naturaleza y las actividades deportivas han facilitado que se haya creado un foco turístico de cariz ecológico, pero también gastronómico.
La costa de Oaxaca
El mar Pacífico, bravo en oleaje, define la costa de Oaxaca, cuyo crecimiento turístico va en aumento, y donde las nueve bahías de Huatulco: Conejos, Tangolunda, Chahué, Santa Cruz, Órgano, Maguey, Cacaluta, Chachacual y San Agustín, son uno de los polos de turismo de playa con sus casi cuarenta playas, que siglos antes vieron surcar por el mar a corsarios y navíos que partían para las colonias españolas en Asia. Tras la costa, la vegetación frondosa y verde alberga haciendas cafetaleras cuya producción de café es de las más apreciadas en México.
La oferta turística de Huatulco se completa con la visita a la Crucecita, pueblo donde se puede comprar cualquier producto del estado de Oaxaca; la zona arqueológica mixteca de Copalita o el mariposario Yeé lo Beé donde nos sorprenden las mariposas en un santuario artificial.
Si recorremos la costa hacia el norte, otro de los pueblos de playa con más fama es donde el azote del oleaje atrae como elemento turístico extra a los «locos» del surf, con fondos marinos que son el deleite del submarinismo o del snorkel de superficie, y con la presencia de campamentos de tortugas y puntos de avistamiento de ballenas que se antojan como actividades para el viajero.
Las montañas descienden su falda hasta la costa de Puerto Escondido, donde las palmeras y la dorada playa parecen una trinchera que separa el azul del mar y el verde de la montaña. Hace unos años apenas era un pueblo de pescadores, pero la llegada de turistas algo más alternativos (que ya son como nativos), y vinculados al surf -muchos de los cuales podemos ver cada día cabalgando olas en la playa de Zicatela- y un modus viviendi más pausado han marcado en el mapa este destino.
Otras playas se lo más atractivas son Mazunte (campamento tortuguero), Zipolite (nudista) o Playa Chahué.
Oaxaca, arco iris gastronómico
La fama de su gastronomía trasciende México, y muchos platos los podemos encontrar en restaurantes de todo el mundo. El mole oaxaqueño, los chapulines doraditos, molotitos de plátano macho, tlayudas: tortillas enormes con frijoles machacados, quesillo y salsa; el caldillo de vigilia en Semana Santa; y como no, el mezcal para acompañar con sus tragos a todos estos platos y recetas de Oaxaca.
Oaxaca, un estado festivo
Dicen que las fiestas del estado de Oaxaca son las mejores del país, tanto por su júbilo como por su inmensa participación. Por ello si queremos hacer coincidir nuestro viaje con un evento festivo, lo recomendable es hacer con anticipación la reserva del hotel antes de que la ciudad no tenga camas libres.
La Guelaguetza (o Fiestas de los Lunes del Cerro ) es sin duda la que tiene más nombre, otro de los ejemplos de como la iglesia supo comprender la pervivencia de las tradiciones indígenas para su interés, añadiendo un halo de efervescencia cristiana que da como resultado un evento necesario para comprender Oaxaca. En este caso, la devoción a la Virgen del Carmen se combina con las ofrendas de los indígenas a la Diosa Centéotl, diosa del elote (maíz tierno), que procuraba buenas cosechas.
Durante su representación, los dos últimos lunes de cada julio, las siete regiones del estado hacen gala de sus bailes, folclore, trajes típicos y música, con una ofrenda (guelaguetza) al público que asiste a la fiesta en el Cerro de Fortín.
Al igual que en el resto de la república, el Día de Muertos en noviembre despunta por ser una fiesta de color, sentimiento y recuerdo a los difuntos, siendo el pueblo de Tuxtepec un lugar idóneo para ver sus peculiares tapetes de aserrín que decoran las calles; . Las Calendas, la feria del mezcal, las Posadas, o la noche de rábanos en 23 de diciembre son otros de los momentos cumbre de las fiestas de Oaxaca.
Artesanías, tianguis y creatividad
Otro de los ámbitos donde se plasma la riqueza cultural son las artesanías, que en diferentes materiales reflejan arte, cosmovisión y destreza, ya sea en las tradicionales figuras de barro negro, los creativos alebrijes, las jícaras pintadas a mano, los delantales bordados a mano o los tapetes de lana pintados con tintes vegetales.
Al sur del estado en el Istmo de Tehuantepec, la zona más angosta del país entre los dos océanos, y donde acaba la América del Norte para dar paso a América Central encontramos una región con reconocida belleza folclórica, especialmente con los vestidos típicos, que las tehuanas (de atribuida belleza) lucen en los festejos familiares. En la localidad de Juchitán su mercado es uno de los mejores lugares del estado para absorber la esencia tradicional, especialmente observando los puestos donde se venden las artesanías.
Cerca de Oaxaca el Tianguis (mercado) de Tlacolula, es un buen punto para la fotografía los domingos cuando la gente de los pueblos de los valles del centro del estado baja a vender sus productos.
Información del estado de Oaxaca
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Mapa del estado de Oaxaca