El paralelo 28 separa Baja California Sur de la parte norte, limitando los dos estados que forman la inmensa península situada entre el Mar de Cortés y el Océano Pacífico. Nada más cruzar de un estado a otro, los dos parajes que oteamos, las Salinas de Guerrero Negro y la reserva de la Biosfera del Vizcaíno ya nos resumen que es un territorio de contrastes.
Paraíso turístico -especialmente para los estadounidenses-, Baja California Sur goza de un clima envidiable, con la mayor parte de los días soleados, y unas playas al mismo tiempo menos masificadas que las del sureste de México. El estado es uno de los menos poblados del país, y aunque crece lentamente, la mayoría de la población se concentra en las ciudades, concretamente en Loreto y la Paz, su capital.
Pero no es sólo es sol benigno y las agradables temperaturas lo que atrae en mayor número al turismo, si no que Baja California ofrece atractivos de índole natural, como los avistamientos de ballenas o los paisajes exóticos del desierto del Vizcaíno, la cordillera montañosa de la Sierra de la Giganta, la Reserva de la Biosfera Sierra de la Laguna, y las minas de sal del Guerrero Negro; culturales e históricos como las visitas a las misiones de San Javier, San Ignacio y Loreto, o las pinturas rupestres de la sierra de San Francisco.
Qué ver en Baja California Sur
Durante la colonización española, el oeste mexicano despertó inquietud y misterio por ser la parte más desconocida del virreinato, lo que alimentó en los aventureros y misioneros que acudieron aquí, numerosas leyendas y mitos que sólo el tiempo se encargó de resolver, pasado de «tierra incógnita» a paraíso terrenal.
Baja California Sur se afianza como un destino de turismo ecológico, de disfrute del contraste del interior con la costa, donde las ballenas se han convertido en un reclamo muy importante, hasta el punto que en La Paz con la llegada de las ballenas que peregrinan desde el estrecho de Bering (unos 10 mil km), se inicia el Festival Internacional de la Ballena Gris.
La Paz
Pese a ser la capital del Estado de Baja California, la ciudad de la Paz, haciendo gala a su nombre, sigue un ritmo de vida tranquilo, muy diferente al de otras ciudades ajetreadas de México. Su costa fue visitada por Hernán Cortés en 1535, y Sebastián Vizcaíno, explorador que cartografió esta parte del Pacífico le dio el nombre de la Paz, al no encontrar en la bahía la resistencia de las poblaciones autóctonas que esperaba.
Durante siglos no tuvo un asentamiento continuo, siendo los misioneros jesuitas los que en 1720 formaron una comunidad que hostigada por los levantamientos indígenas no fructificó. No fue hasta 1811 cuando La Paz comienza a prosperar y se forma la población que vemos ahora.
Rodeada por el desierto, La Paz huele al aroma del laurel y a los árboles de dátil que introdujeron los españoles. Su economía local está fundamentada en el turismo, pero no hay que olvidar que La Paz tuvo una floreciente industria de perlas de ostra, que en los años 30 del siglo XX, desapareció a causa de una plaga. Ajena a los avatares políticos de la Reforma y la Revolución Mexicana, sólo la construcción de la carretera transpeninsular consiguió activar la ciudad y la región con una reconversión turística que hoy da sus frutos.
Los paseos por el Malecón, los museos antropológico y el Museo Comunitario de la Ballena son, junto a las Playas y deportes de vela, submarinismo y pesca, los atractivos y actividades a realizar en La Paz. Entre las playas merece la pena destacar las que están fuera del centro urbano, como Las Hamácas, El Comitán, Palmira, Coromuel, el Tesoro, Balandra, La Concha y el Tecolote o el Pichilingue (a su vez puerto de atraca de los ferries que enlazan los dos lados del Mar de Cortés).
Una de las fiestas más tradicionales de Baja California es el Carnaval de la Paz, uno de los más antiguos de México (se remonta a 1888) y que durante el siglo XIX, sólo se celebraba en las haciendas de las clases pudientes. Tras menguar hasta casi desaparecer a mediados del siglo pasado, en 1988.
Loreto
Loreto es un oasis al abrigo del Mar de Cortés y la Sierra de la Giganta, nacido a partir de la misión jesuita. Apacible en todos los sentidos, su naturaleza y playas son un refugio para descansar con unos prismáticos, atentos al paso de la ballena gris que «esquiva» las islas en su paso invernal.
Loreto fue la punta de lanza desde donde fueron plantando misiones para evangelizar los territorios donde los guaycuras y pericúes habitaban. Hasta 1830 fue la capital de la región, año en el que un virulento huracán destrozó la ciudad, renaciendo con la construcción de infraestructuras como la carretera transpeninsular y el aeropuerto internacional.
El centro de Loreto sigue fiel a su tradición pesquera, si bien muchos recursos se has transformado para dar cabida a la economía turística. Aún así, caminando por las calles empedradas, sentimos la huella imperecedera de sus tradiciones, de su artesanía y su gastronomía marina, con un repertorio amplio de platos a base de pescado y marisco. Los monumentos más reseñables de Loreto son la Iglesia barroca de Nuestra señora de Loreto y el conjunto del museo, la Plaza Salvatierra, que recuerda el nombre del primer misionero , pero son las calles sencillas como Francisco I. Madero y Juan de Salvatierra, herencia de la arquitectura colonial, las que ofrecen imágenes más simpáticas.
En las cercanías de Loreto se hallan otros puntos de gran interés como Cuevas Pintas y La Pingüicala, en la Sierra de La Giganta, que custodian pinturas rupestres que llevan varios miles de años recordando que estas tierras ya estaba habitadas. A menos de 10 km está Nopolo que además de las playas del Rincón y la Misión, tiene un campo de golf que impacta por el el hecho de encontrar césped tan verde en una tierra donde los cactus y el desierto dominan el paisaje.
Camino de Puerto Escondido, al sur de Loreto, después de pasar las playas de Notrí, Juncalito y Ligüí, encontramos un puerto hoy preparado para recibir yates, pero que antaño era como su nombre indica, un escondite para piratas que se ocultaban de la marina española. En la costa, visibles, pero no muy accesibles, se divisan las islas de Coronado, Carmen, Danzante, Monserrate y Santa Catalina. Isla Coronado es el refugio de los lobos marinos, perfecto punto para practicar la pesca; los Danzantes para hacer inmersiones y conocer el fondo marino; en el Carmen gozar de sus playas y avistar ballenas, y en Isla Catalina aprecia el endemismo de fauna y flora.
Más al sur, la visita a la Misión de San Javier y al cañón de Tabor, resultan interesantes si vamos camino de la Paz y el extremo meridional de Baja California Sur.
Los Cabos
Al igual que pasa en la península de Yucatán, con Cancún y Playa del Carmen, Los Cabos se ha convertido en un destino de primer orden, con resorts de lujo y servicios hoteleros para recibir un gran número de turistas.
La zona que delimita los Cabos va desde San José del Cabo a San Lucas (que abarca unos 30 km de costa conocido como el Corredor Náutico), incluyendo la Reserva de la Biosfera de la Sierra de la Laguna. Mientras en San José encontraremos un ambiente más relajado e intelectual (muchos artistas vienen a vivir aquí), de pequeño pueblo lleno de tiendas y restaurantes; Cabo San Lucas se ha convertido en un centro de ocio donde hay más fiesta.
Las playas de los Cabos, con sus aguas esmeraldas, son de por sí solas, un reclamo turístico de primer orden, ideal si buscamos unas vacaciones tranquilas donde nuestra segunda casa sea la orilla del mar y nuestro sofá una hamaca en la arena. Además el turismo activo ha crecido mucho, y tanto la vela, el windsurf, el submarinismo y últimamente el kitesurf se ofrecen como oportunidades para estar en forma. Las más conocidas son Acapulquito, Arroyo Seco, Palmilla, El Bledito, El Tule, Las Viudas, Barco Varado, Bahía Santa María , playa Chileno, El Túnel, Cabo Bello, Playa Costa Azul y Punta Gorda.
Una de las instantáneas más reproducidas de Baja California Sur es el arco de Cabo San Lucas cerca de la Playa del Amor, que junto a las farallones de los acantilados se convierte en una postal viviente. El trajín de barcos para ver este monumento natural hace pensar que estamos en la calles de cualquier metrópolis, con un tráfico incesante de turistas.
En el confín del Mar de Cortés, justo donde se mezcla con el Océano Pacífico, el espectáculo natural tiene su punto culminante en los meses de invierno, cuando las ballenas cruzan muy cerca de la costa. Desde los puertos de López Mateos y San Carlos podemos embarcarnos para la actividad por excelencia, el avistamiento de ballena gris.
Desde Cabo San Lucas, ya en la costa pacífica, una excursión para alejarnos de la opulencia de los hoteles de lujo y resorts, es la del único Pueblo Mágico del estado, Todos Santos, antigua ciudad azucarera hoy reconvertida al turismo, pero más tranquila que sus hermanas del extremo del finisterre.
Qué hacer
Submarinismo en Baja California Sur
Por si lo que ven nuestros ojos no fuera suficiente para deleitarnos los ojos, el estado de Baja California Sur presume de un ecosistema marino como pocos. El célebre divulgador, científico, y amante del mundo submarino Jacques Cousteau lo calificó como «el acuario del mundo», y lo cierto es que no exageraba.
En lugares como el arrecife de Suwanee, al sur de la isla Espíritu Santo los más noveles en las lides subacuáticas apenas tendrán que esforzarse en ver a un abanico enorme de especies. Otros santuarios como el barco hundido entre Mazatlán y La Paz se han cubierto de coral negro, siendo morada de peces enormes como los perico y meros. Mientras, en Cerralvo, al este de La Paz, las gigantescas Mantarrayas emergen hasta fuera del agua. ¿No lo crees? ¡Mira el vídeo!
En el sur del estado, el Cabo Pulmo, es sin duda uno de los lugares que cualquier buceador no debe perderse. La posibilidad de bucear entre orcas o tiburones ballena con sus fondos cubiertos de arrecifes, nos dejará sin palabras.
Actividades y Tours en Baja California Sur
Disfruta de excursiones en barco en la costa de Los Cabos.
Cómo llegar a Baja California Sur
Al ubicarse al sur de la península, las opciones son volar en avión hasta los aeropuertos de la Paz (aeropuerto General Manuel Márquez de León) o los Cabos, o bien recorrer los casi 700 km de la carretera transpeninsular que recorren de norte a sur, y que son la vía de entrada de muchos turistas del país vecino; o finalmente optar por cruzar el Mar de Cortés con los transbordadores que atracan en la capital tras partir de los puertos de Mazatlán y Topolobampo.