Amilcar Rivera Munive, arte mexicano en Lituania

El arte viaja de muchas maneras. A veces lo hace en el interior de las personas, otras en maletas inspirado en libros, cuadros o fotografías. En el último viaje que nuestro equipo ha hecho a Lituania, hemos conocido al artista mexicano Amilcar Rivera Munive, que vive actualmente en la capital lituana de Vilnius.

Obras de Amilcar Rivera
Obras de Amilcar Rivera

Recorriendo las galerías de la antigua prisión de Lukiškės podemos hacernos cargo de la vida de los presos y guardias que la habitaron.

Alzada en plena Rusia zarista, la mole carcelaria se erigió entre 1901 y 1904, y en varios momentos de su historia fue usada para retener a prisioneros políticos contrarios a los regímenes. De hecho durante la Segunda Guerra Mundial, primero el ejército soviético a través del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD), y más tarde la Gestapo nazi, fusiló a presos en Lukiskes.

En dos hectáreas de cárcel, los espacios para los prisioneros englobaban, además de las celdas, un hospital y la iglesia ortodoxa de San Nicolás, construida en 1905.

En 2019, tras 115 años de uso, el Gobierno de Lituania cerró en 2019 su histórica prisión de Lukiskes. Y hoy podemos visitarla como curiosos viajeros, recorrer sus galerías carcelarias, o participar en eventos musicales y gastronómicos en los patios. O incluso comprobar que aquí se grabaron escenas para películas o series como la cuarta temporada de Stranger Things.

Una de las áreas que el ayuntamiento de Vlnius ha habilitado es una galería para artistas, ofreciendo espacios para desarrollar su creatividad. En uno de ellos hemos encontrado a Amilcar Rivera Munive.

Interrumpimos sus momentos creativos para charlar con Amilcar sobre su obra y las razones que le han llevado a residir en Lituania. Rodeado de obras en ejecución, muchos lienzos ya nos transmiten las inquietudes y temáticas que aborda el artista mexicano.

Nacido en México en 1975, Amilcar  Rivera es egresado de la Facultad de Artes de la Universidad Veracruzana (México). Ha viajado por numerosos países, llevando a cabo residencias artísticas en Tailandia (Universidad Rajamangala de Chiang Mai) como profesor y artista; exponiendo también en Eslovaquia, Polonia, Hungría, Estados Unidos, Alemania, España y México.

Amilcar Rivera en la prisión de Lukiskes
Amilcar Rivera en la prisión de Lukiskes

En 2019 fundó en Tlaxcala la galería Munive Arte Contemporáneo, un espacio de producción, difusión y distribución de arte contemporáneo.

-En sus obras parece que hubiese una invitación a reflexionar sobre lo individual y lo colectivo. En muchas obras hay grupos de gente que ora parecen tribu ora parecen seres inconexos, solitarios, que incluso se miran unos a otros con miedo, indiferencia o distancia…. ¿qué pretende transmitir con ello?

Amilcar  Rivera: En mi obra hablo sobre el individuo, sobre todos nosotros. El tema que me interesa es la humanidad, pero desde adentro, la introspección.

Me interesa la idea de la soledad y la identidad. Los personajes que pinto y dibujo están solos, cada uno en sus propios pensamientos. No creo que tengan miedo o sean indiferentes unos con otros, más bien, cada uno está haciendo una introspección, a veces solos, a veces en colectivo.

-¿En qué momento toma conciencia de que debe salir de México para crecer, experimentar o quizá subsistir en el mundo artístico?

Amilcar  Rivera: Vengo de una familia de pilotos aviadores, viajar se volvió algo natural desde muy pequeño. La primera vez que salí de México fue a Cuba, hice un taller de guion.

Era yo muy joven, pero recuerdo la felicidad que sentía en ese momento hablando de algo que me apasionaba con gente de diferentes partes del mundo. En ese momento no lo sabía, pero ese viaje despertó en mí las ganas de salir, de conocer, ver, escuchar y no viajar como turista, sino sentarme con toda la calma del mundo a observar lo que pasa en cada país.

¿Por qué su galería está en lugar poco concéntrico -por definirlo de alguna manera- como el pequeño estado de Tlaxcala, en vez de en Ciudad de México por ejemplo?

Amilcar  Rivera: Todo pasa por algo. Mi galería está en una casa que pertenece a mi familia materna, los Munive. Mi abuelo vivió ahí de niño junto con sus padres y hermanos. En esa casa vivieron diferentes generaciones de tíos. Ahora pertenece a la hermana de mi madre, mi tía Elvia.

La casa está en el centro de la ciudad y está catalogada por el INAH (Instituto nacional de antropología e historia). Pasaron años sin que nadie la habitara y la casa se estaba deteriorando. Un día fui a visitarla y estando sentado en el patio central me vino la idea ¿y si vuelvo a este espacio una galería? Hablé con mi familia y me apoyaron. Hicimos una restauración profunda, respetamos el material de los muros originales, adobe.

La galería Munive Arte Contemporáneo está en el estado más pequeño de la República, en un lugar donde parece que no hay interés en el arte, sabía que iba a ser un reto, pero en lugar de enfocarme en lo que podría ser algo negativo, vi una oportunidad de sumar a la vida cultural. Ya son cinco años de la galería, hemos tenido muchas exposiciones, muchos artistas han pasado por ahí y lo más importante, las visitas han incrementado. Tlaxcala está a treinta minutos de la ciudad de Puebla y a dos horas de la Ciudad de México, es un lugar estratégico.

Algo interesante es la colaboración que hemos hecho con otros espacios independientes, hemos creado un circuito descentralizado que es necesario para la vida cultural del país. Y también es un punto de venta para mi obra en México.

Obras de Amilcar Rivera
Obras de Amilcar Rivera

-México y Lituania parecen dos puntas de un inverso lineal. Sin embargo ¿Qué conexiones o intereses hacia lo mexicano ha observado desde que su obra -y su mexicanidad- se ha convertido en una pieza más de Vilnius?

Amilcar  Rivera: No creo que mi obra tenga que ver con México, resulta que soy artista y soy de México, pero no soy un artista mexicano. Claro que amo mi país, y mi trabajo parte del contexto en el que crecí, pero es algo más universal.

Viví en Polonia hace algunos años, no existían las redes sociales, escribí un correo a una galería para enseñar mi trabajo, me respondieron que estaban interesados por ser un artista mexicano, cuando llegué con mi portafolio en un CD se decepcionaron porque no había mucho color ni Frida Kahlo…

Al hablar sobre las personas, se vuelve algo universal, mis personajes no tienen nacionalidad y me gusta escuchar las historias de las personas que tienen algo de mi trabajo en sus colecciones, porque lo que expresan en México o en Lituania es lo mismo, crean interés por lo que pueden estar pensando o haciendo estos personajes.

– Ha expuesto en lugares como Eslovaquia, Alemania, España, Estados Unidos, Tailandia, Polonia o España. Más allá de las diferencias ¿qué conclusiones saca de los sentimientos que despierta en poblaciones y gente tan variadas?

Amilcar  Rivera: Como decía, las sensaciones que despierta mi trabajo son muy parecidas en los diferentes países. Parte de lo personal a la hora de crear y se vuelve algo universal porque habla de un tema que a todos nos interesa, nosotros.

– En su técnica se advierte que prima más la transmisión del sentimiento y la expresividad que el continente del individuo plasmado. ¿por qué elige una interpretación tan intimista fruto de las vueltas que da por su cabeza, en detrimento de lo que los ojos le pueden dictar?

Amilcar  Rivera: Siempre me ha atraído más lo que puedo expresar que la técnica. En la escuela de arte pasé por diferentes técnicas y estilos, y de hecho en mis inicios cuidaba mucho la técnica, pero me di cuenta que el gozo de mi trabajo estaba en la acción, en el momento y la expresión, los materiales me van diciendo hasta donde parar, los diferentes rostros aparecen y yo solo los voy limpiando hasta que me dicen «para» y los dejó descansar.

– El expresionismo es quizá una de las corrientes que permite jugar más con la deformación visual para acercarnos al alma. Goya -sin que aún se inventase el expresionismo, pero del que que beberá muchos después- o por ejemplo Otto Dix nos conducen con sus obras a aspectos muy interesantes y en cierta manera oscuros. En su obra también encontramos ese flujo visual y conceptual del expresionismo. ¿Es así?

Amilcar  Rivera: Me gustan mucho los artistas que mencionas. Cuando tenía 13 años viajé con mis padres por primera vez a España, fuimos al Museo del Prado, cuando llegué a la sala donde está Goya, me dio terror. Vi de reojo la pintura «Saturno devorando a su hijo» no pude ver mucho, corrí a otra sala. Al salir mi padre me preguntó si quería algo de la tienda y me compró la guía del Museo, de vez en cuando intentaba abrir la página donde estaba la foto de esa pintura y me seguía dando miedo.

Cómo era posible que a esa edad una pintura me produjera tal sentimiento, con el tiempo me di cuenta del poder de la imagen. Me imagino que esas experiencias me ayudaron muchos años después a estudiar fotografía y pintura.

– Esos personajes ficticios que ha creado se repiten como si en realidad tuviesen vida y conciencia propia. Dentro de sus líneas de trabajo ¿hay modelos estéticos imaginarios que son recurrentes?

Amilcar  Rivera: Sí, con el pasar del tiempo ya he creado un universo de personajes, aunque ninguno se repite, sí hay ciertos patrones que se pueden identificar fácilmente. Aunque nunca los he pensado como autorretratos, hay algo de mí en ellos, o de personas que me rodean, porque son los rostros que veo.

Hice una exposición en Lituania titulada «In one piece» que consistía de un solo dibujo en un rollo de papel de algodón de 10 metros donde estaban mis personajes puestos en diferentes planos, lo interesante fue que el día de la inauguración la gente empezó a decir: «mira, !soy yo!» a lo cual respondía, «sí, !eres tú!» Nos pasa lo mismo en las otras expresiones artísticas, nos gusta lo que sentimos cercano.

– Usted tiene un espacio en la antigua cárcel de Lukiškės en la capital lituana ¿Aporta algo pintar desde lo que fue una antigua prisión?

Amilcar  Rivera: Al parecer no, sigo haciendo el trabajo igual. Me gusta mucho la historia del espacio, sé lo que significó para el país y la ciudad, conozco gente que tuvo familiares presos en la cárcel por cuestiones políticas o de ideas. Hay personas que han ubicado a mis personajes en ese contexto, está bien. Pero mi trabajo no parte de ahí.

Ahora que estoy escribiendo esto les cuento que justo esta semana será la última en ese estudio, creo que fui de los primeros artistas que llegaron a ese proyecto, y ahora es momento de cambiar de aires, mi nuevo estudio ahora será en lo que fue el barrio judío de Vilnius.

Es posible consultar y conocer la obra de Amilcar Rivera en sus redes sociales F A C E B O O K | I N S T A G R A M

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