En el lado oeste de la Alameda Central de Ciudad de México está el Museo Mural Diego Rivera donde se exhibe ‘Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central’, una de las obras más bellas e intensas del genial artista mexicano. En ella aparecen un gran número de personajes importantes de la Historia de México, abigarrados y compartiendo un paseo por la Alameda.
Cronológicamente el mural de Sueño de una tarde dominical fue pintado por Diego Rivera después de su primera obra importante en Ciudad de México en el en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria (hoy Antiguo Colegio de San Ildefonso), los frescos del Palacio Nacional y la decoración del interior del Museo de Bellas Artes.
Rivera aborda de nuevo la historia mexicana y especialmente la sociedad, en un mural pintado entre junio y septiembre de 1947 en el comedor Salón Versalles del Hotel del Prado, obra del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, que había encargado a Rivera el fresco. Rivera contó con la colaboración de los artistas Rina Lazo y Pedro A. Peñaloza y Andrés Sánchez Flores que preparó el soporte mural donde está pintado.
La polémica surge cuando Rivera incluye a Ignacio Ramírez, el ‘Nigromante’, figura humanista y laica pintado en el mural con un cartel donde aparece escrito «Dios no existe». En junio de 1948 el hotel abría sus puertas y el director del hotel rogó al arzobispo de México, Luis María Martínez, que acudiera a bendecir el edificio. La frase atea desató la ira del religioso quién se negó en rotundo a derramar «agua santa» en un lugar que preconiza la inexistencia de Dios.
Una sociedad esclavizada por el pensamiento totémico de la religión y una prensa procatólica echaron más leña al fuego criticando a Rivera. Las críticas encorajinan al artista, defensor a ultranza de un estado aconfesional y de una sociedad sin el lastre religioso sobre las espaldas del pueblo.
Un grupo de estudiantes católicos y ultraderechistas irrumpieron en el hotel ya inaugurado y borraron a martillazos la frase «Dios no existe». Para contrarrestarlo, un grupo de intelectuales , entre los que destacaba el también muralista David Alfaro Siqueiros que defendían la libertad artística y librepensadora también entraron al hotel y restauraron la polémica frase.
La dirección del hotel preocupada del cariz que estaba tomando el asunto, y de la repercusión en sus intereses decide cubrir el mural, que permanecerá tapado con un biombo durante nueve años, sufriendo aún así algún ataque más.
En 1956, ya un enfermo Diego Rivera trató de zanjar la desmesurada repercusión cambiando el texto por “Conferencia en la Academia de Letrán-1836”, aludiendo al lugar donde el Nigromante hizo su alusión al «Dios no existe».
Cinco años después, en 1961 el mural se movió del Salón Versalles a la entrada del Hotel del Prado, donde se mantuvo hasta la fecha trágica del 19 de septiembre de 1985 cuando se produjo uno de los terremotos más destructivos de la historia reciente de Ciudad de México. Y aunque el hotel quedó en estado ruinoso, el mural «milagrosamente» -para más ironía- se salvo del temblor.
La nueva ubicación fue el lado occidental de la Alameda, perfecto ya que el nombre de la obra es una alusión directa a uno de los lugares emblemas de la Ciudad. Después de colocarlo se construyó protegiéndolo el Museo Mural Diego Rivera, cuya inauguración fue en febrero de 1988.
Como todo lo que rodeó a Diego Rivera, la controversia no acabó aquí, ya que en 2009 una propuesta de escritores, artistas e intelectuales impulsó una iniciativa para pedir al Instituto Nacional de Bellas Artes que restituyera el Dios Existe, sin embargo, la última corrección de Rivera prevaleció, y el mural permanece así.
Visita al museo del mural
La entrada nos conduce al inmenso mural cuyas dimensiones son de 4.17 metros de alto y 15.67 metros de largo, con un peso de 35 toneladas.
El reparto de personajes se compone de tres áreas, con una inicial contextualizada con la conquista y algunas de las figuras representadas son Hernán Cortés, Fray Juan de Zumarraga, Sor Juana Inés de la Cruz y Luis de Velasco II. Continua con la época de la Independencia y las intervenciones estadounidenses y francesa, mostrando a protagonistas como Antonio López de Santa Anna, Benito Juárez, el ya citado Ignacio Ramírez, el Nigromante, Ignacio Manuel Altamirano, o los monarcas Maximiliano y Carlota de Habsburgo aparecen plasmados.
El espacio central de Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central muestra a la Calavera Catrina dando la mano a Diego Rivera de niño con Frida Kalho inmediatamente detrás; y en el otro lado José Guadalupe Posada, creador de la famosa calavera. Los escritores Manuel Gutiérrez Nájera y José Martí o la hija y esposa de Porfirio Díaz: Lucecita Díaz y Carmen Romero Rubio con sus coloridos vestidos.
Para la última parte del mural Diego Rivera dejó espacio y protagonismo al pueblo, como artífice de la Revolución Mexicana. El capitalismo y los peligros del mundo moderno, reflejados con la religión, las mujeres y los negocios son el tema que cierra el gigantesco mural. Las hijas del artista y de la pintora y coreógrafa Rosa Rolanda también forman parte del conjunto «faúnistico» de la Alameda, con Rivera de nuevo pintado comiendo una torta.
El museo permite recorrer la vida y obra de Diego Rivera a través de paneles informativos y fotografías, que tratan especialmente el traslado del mural Sueño de una tarde dominical desde su ubicación original en hotel Del Prado.
El museo del mural es también sede de exposiciones temporales tanto de jóvenes artistas como de charlas y presentaciones literarias.
Información de horarios, precio y visita al Museo Mural Diego Rivera
Dirección: Colón S/N, esquina con Balderas, Col. Centro (Área 4), Cuauhtémoc, C.P. 6040, México, Ciudad de México
Horario: De martes a domingo, de 10:00 a 18:00 .
Entrada gratis para maestros, estudiantes y personas de la tercera edad y domingos para el público en general. El museo permanece cerrado el 25 y 31 de diciembre.
Fotografía: Es necesario pagar un pequeño importe para poder sacar fotografías del mural
Cómo llegar
Vídeo del Museo Mural Diego Rivera